Summer/ Verano
(Español tras la foto)
Summer is around the corner, and nothing represents it better to me than pools. Unlike beaches, which are accessible year-round (even if you do not swim in Winter), pools, in particular public outdoor pools, are my key indicator to claim that good weather has arrived. Most of us have so many memories associated with pools. I used to spend summers in my hometown going to the municipal swimming pool everyday, twice a day. We even sometimes brought lunch with us so we could stay there all day. My grandfather taught me how to swim there, in a rather experimental way: he threw me to the water and then waited for me to emerge. Not sure how but, after a few times, it worked. It was not only the pool, it was everything around it: the ice-cream for the children, the beer and tapas for the parents, the flirting for the teenagers, the pelota games in the fronton court (I still remember looking for the missed balls in between the fallen apples, one of the hardest tasks ever)… so many things happened around the actual body of water.
If I think about it now, my hometown’s pool was the perfect example of why social infrastructure is so important. A well designed and maintained public place where people mingle, regardless of their background or income, follow the same rules and enjoy together. It is also a place where you learn some basic but valuable skills: the daily negotiation with other children to take turns to play in the court, the respect for the elder swimmers that were annoyed by us kids diving into the water too close to them, the importance of not running around the pool if you wanted to keep your teeth... you only get this experience when you are “forced” to interact with other people in a setting like this. You would not get it in a members-only pool or in your typical suburban backyard pool. And this is why the decline of public pools, and social infrastructure in general, is terrible news for any country that wants to have a healthy democracy. Let us not forget that the private pool boom can be easily traced back to the segregated pools enforced in North America to keep black people out.
The fascination with pools is reinforced with an abundance of cultural and social references. From David Hockney’s paintings, hundreds of songs like this one by Porches, Lucrecia Martel’s movies, the 1968’s classic The Swimmer, to the aerial pictures of Brad Walls… the list goes on and on, and I would love to receive your suggestions. It does not get old, the pool stays current as a symbol of summer, sensuality and pleasure. Not only that, public pools are having a renaissance worldwide. A group of designers in New York have been working for years to get the permits to install a water-filtering floating pool in the East River, and they are making good progress. Another group is working towards creating the first (!) public outdoor pool in Brussels. Open swimming activists are popping up in the UK as well. In a more succinct way, in my neighbourhood teenagers sneak in the public pool at night to enjoy a refreshing and exclusive dive. That actually reminds me of the one time that my friends and I tried night swimming in my hometown (and got caught)… but that is a story I am going to keep for another time.
Wishing you a summer full of long hours by the (public) pool!
Jose
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El verano está a la vuelta de la esquina, y nada lo representa mejor para mi que las piscinas. A diferencia de la playa, que es accesible todo el año (a pesar de que no te bañes en invierno), las piscinas, en particular las piscinas públicas exteriores, son mi indicador principal para declarar que el buen tiempo ha llegado. Muchas de nosotras tenemos muchas memorias alrededor de las piscinas. Yo solía pasar los veranos en mi pueblo yendo a la piscina municipal cada día, dos veces al día. Incluso a veces nos llevábamos comida para podernos quedar todo el día. Mi abuelo me enseñó a nadar allí, aunque de una forma bastante experimental: me tiraba al agua y esperaba a que saliera a flote. No estoy seguro de cómo, pero después de unas cuantas veces, funcionó. En realidad no era sólo la piscina, sino todo lo que había alrededor de ella: el helado para las niñas, las cervezas y tapas para las madres, los primeros amores para las adolescentes, los partidos de frontón (todavía recuerdo lo difícil que era encontrar las pelotas perdidas entre las manzanas caídas en el suelo)… muchísimas cosas ocurrían alrededor del agua.
Ahora que lo pienso, la piscina de mi pueblo era un ejemplo perfecto de por qué la infrastructura social es tan importante. Un espacio público bien diseñado y mantenido, donde la gente se mezcla independientemente de su situación social o económica, sigue las mismas normas y disfruta colectivamente. También es un lugar en el que aprendes ciertas lecciones básicas muy importantes: la negociación diaria con otras niñas para tomar turnos en el frontón, el respeto a las señoras mayores que no quieren que las niñas les salpiquen al tirarse al agua, la importancia de no correr alrededor de la piscina si quieres mantener tus dientes… sólo puedes tener esa experiencia cuando estás “forzada” a interactuar con otras personas en una situación como esta. Esto sería impensable en la piscina de un club o en tu piscina particular. Y es por eso que el decline de las piscinas públicas, y de la infraestructura social en general, es una noticia terrible para cualquier país que quiere tener una democracia saludable. No nos olvidemos que el boom de las piscinas privadas, particularmente en Norte América, está asociado con las políticas segregacionistas contras las personas negras.
La fascinación con las piscinas está apoyada en muchísimas referencias culturales y sociales. Desde los cuadros de David Hockney, cientos de canciones, las películas de Lucrecia Martel, el clásico de 1968 El Nadador, las fotografías aéreas de Brad Walls… la lista nunca acaba, y espero que me mandéis vuestras sugerencias. No pasa de moda, la piscina sigue siendo ese símbolo de verano, sensualidad y placer. Y no sólo eso, las piscinas públicas están teniendo un renacimiento por todo el mundo. Un grupo de diseñadoras en Nueva York lleva años trabajando para conseguir instalar una piscina flotante que filtre el agua del río en el East River, y parece que van en la buena dirección. Otro grupo está empujando en Bruselas para crear la primera (¡!) piscina pública exterior. Nadadoras activistas están surgiendo en el Reino Unido también. De una forma más sutil, en mi barrio de Toronto las adolescentes se cuelan en la piscina pública por la noche para darse un baño exclusivo y refrescante. Eso me recuerda a aquella vez que mis amigos y yo nos colamos en la piscina de mi pueblo por la noche… pero eso es otra historia.
¡Os deseo un verano lleno de chapuzones en la piscina (pública)!
Jose
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