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Camino

Se hace camino al andar/ Make the road by walking


(scroll down for English, after the picture)


Camino

Como plan de última hora para acabar el año, Julia y yo decidimos hacer un par de etapas del Camino de Santiago. Yo había escuchado bastante acerca de gente que lo ha hecho completo, o que está obsesionada con hacerlo algún día, pero todavía no había tenido la oportunidad de acercarme a la ruta. En apenas unas horas decidimos que el tramo entre Puente la Reina (Navarra) y Logroño (La Rioja) era la mejor opción puesto que podíamos conducir de Zaragoza a Logroño, aparcar el coche ahí y tomar un bus que nos llevara a Puente la Reina para iniciar nuestro regreso a pie.


A pesar de tan poca planeación, es tanta la infraestructura, tanto física como digital, alrededor del Camino que es factible embarcarte en etapas cortas sin preocuparte demasiado. La ruta está marcada cada pocas decenas de metros, a veces con placas en las calles de los pueblos o con piedras pintadas en las sendas. También hay cientos de páginas en internet con la ruta digitalizada para google maps, información sobre los albergues y consejos prácticos. Además, incluso en invierno encuentras a gente de los pueblos haciendo sus propias caminatas matutinas, lo cual te da ánimo puesto que indica que hay algún pueblo relativamente cerca.


Ahora entiendo la obsesión que miles de personas de todo el mundo tienen con el Camino de Santiago. Apenas bastan un par de días recorriendo pueblos medievales, buscando el azulejo con el símbolo amarillo en las fachadas empedradas, los pasos sobre calzadas romanas rodeadas de olivos, los paisajes de montañas nevadas y viñedos, comidas deliciosas tras recorrer 30 kilómetros a pie, fuentes de las que emana vino, ríos atravesando el corazón de los pueblos, el descanso en edificios de más de 500 años, gentes honestas y tranquilas, la paz mental que trae el ejercicio físico y el aire fresco… ¿qué más se puede pedir?


Decía Julia que la pandemia nos ha dado la oportunidad de ver el Camino de una forma que ya es casi imposible: vacío. El tráfico de peregrinos en invierno ya es de por sí reducido, pero con la enésima ola de contagios apenas éramos los únicos en la ruta. Apenas. Para nuestra sorpresa íbamos siguiendo la estela de un peregrino que atraía mucha más atención. En cada pueblo en el que parábamos a descansar o a comer algo, nos contaban de un holandés que estaba haciendo el camino con un burro. La imagen era muy cómica en nuestra imaginación, un holandés de dos metros de altura montado sobre un burro, al estilo de Sancho Panza. Poco a poco, a medida que íbamos atravesando pueblos y recogiendo más información de camareras y gerentes de hoteles, entendimos que el holandés había salido de Holanda en junio, caminando, y que el burro era su portaequipajes y compañía. Nos contaron de sus peripecias para encontrar alojamiento para el burro. Si para nosotros era complicado encontrar algo abierto, no quiero ni pensar lo complicado que es encontrar un establo donde el burro pueda descansar… También conocimos a un señor de 88 años, Pablito, que se autodefinió como alguien “famoso en la historia del camino” por haber regalado más de 30.000 bastones a personas en peregrinación durante 30 años. Lo buscamos en youtube al día siguiente y efectivamente, Pablito era influencer antes de que eso existiera.


Os deseo una nueva vuelta al sol llena de caminatas y nuevas experiencias. Feliz 2022 y, como siempre, gracias por leer.


Saludos,

Jose




(Español más arriba)


Camino

As a last-minute plan to finish the year, Julia and I decided to walk a couple of segments of the Camino de Santiago (aka St. James Way). I had heard some things about people who have completed it, or who are obsessed with doing it one day, but I had not had the chance to get closer to the route. In just a few hours we decided that the stretch between Puente la Reina (Navarra) and Logroño (La Rioja) was our best option because we could drive from Zaragoza to Logroño, park the car there, and take a bus that would bring us to Puente la Reina to make our way back by foot.


Despite our lack of planning, there is so much infrastructure, both built and digital, around the Camino that it is possible to jump in for short stretches without worrying too much. The route is full of wayfinding signs, sometimes little tiles in the streets of towns or painted rocks in the trails. There also are hundreds of websites and blogs with the routes mapped in google maps, information about accommodation and tips. And even in Winter there is also the interaction with real-life passers by, people from the towns taking their daily walks, which gives you hope as it indicates that there is a village relatively nearby.


I now understand why so many people are obsessed with the Camino de Santiago worldwide. You just need a couple of days walking across medieval towns, looking for the blue tile with the yellow sign in the stone facades, the steps over roman roads surrounded by olive trees, the view of snowed mountains and vineyards, a tasty meal after a 30 km walk, the wine fountains, rivers flowing throughout small towns, a well-deserved rest in a 500 year old building, relaxed and honest people, the peace of mind that comes after physical exercise and fresh air… what else can you ask for?


Julia said that the pandemic has given us a rare chance to experience the Camino in a way that it is almost impossible: empty. There are not many pilgrims in Winter, but with yet another covid wave we were pretty much the only people on route. Pretty much. We quickly learned that we were following the footsteps of a pilgrim that caught everybody’s attention. Wherever we stopped to take a beak or eat something along the way, we were told about a Dutchman who was doing the Camino with a donkey. The situation looked really funny in our minds, a two-meter-tall guy riding a donkey, Sancho Panza style. We started gathering more information from the waiters and hotel staff from the towns we crossed, and finally learned that the Dutchman had left the Netherlands in June, walking, and that the donkey was his companion and carried his luggage. They told us stories about his struggle to find accommodation for the donkey. If it was already hard for us to find something open, I cannot imagine how it is to look for a barn in every town. We also met a 88 year old gentleman, Pablito, who presented himself as someone “famous in the history of the Camino” for having given away over 30,000 walking sticks to pilgrims over 30 years. We looked him up in youtube and fact checked that Pablito was an influencer before that was even a word.


Wishing you a new spin around the sun full of walks and new experiences. Happy 2022 and thanks for reading.


Jose

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