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Abundancia
“Es como España hace 40 años”. Cuando regresé a casa tras haber vivido en Nicaragua, me tocó escuchar a alguien que, sin ni siquiera haber viajado a Centroamérica o incluso a Latinoamérica, me decía que los países de esas regiones le parecían una versión temprana de su propia cultura. Es cierto que tenemos lazos culturales evidentes, pero de ahí a asumir que los países avanzan en una línea recta hacia el “desarrollo” hay un gran trecho. Mi respuesta siempre fue la misma, Nicaragua no será España en 40 años, al igual que España no será Alemania ni México será Estados Unidos, ni Suecia será Egipto. Cada país tiene su propia concepción de existencia, sus valores y condicionantes, y por mucho que las fuerzas económicas globales se empeñen en marcar un modelo como el ideal a imitar, no hay nada más lejos de la realidad. “Cada cultura es una respuesta única a una pregunta fundamental: ¿qué significa ser humano/a y estar vivo/a?”, dice el antropólogo canadiense Wade Davis.
Estados Unidos continúa siendo uno de los países más golpeados por la pandemia, la cual ha evidenciado que el supuesto modelo tiene unas carencias muy graves y que venían azotando al país desde hace tiempo. Las desigualdades sociales, el racismo institucionalizado y el culto al individualismo (tanto en sanidad, como en política fiscal y seguridad nacional) han creado el caldo de cultivo perfecto para una crisis nacional sin precedentes. Y es que como decía un profesor que tuve en la universidad, Estados Unidos es el primer y principal país subdesarrollado. Y no lo digo porque los demás países estén exentos de problemas, sino porque cuando alguien se autodenomina líder, tiene que estar a la altura de las expectativas.
Cuando visitamos lugares o analizamos contextos distintos al nuestro, puede existir una tendencia a compararlos con nuestra propia cultura. Al final todos/as estamos sesgados/as por nuestros valores, y a veces nos cuesta realmente entender la respuesta original que otros países dan a la pregunta de la vida. Sin un poco de reflexión, puede que al visitar Nicaragua te centres en la falta de grandes almacenes, en la edad de los autobuses públicos o en la ausencia de grandes industrias. Con un poco más de sensibilidad, puedes apreciar una tierra de volcanes y lagos, incluso lagos dentro de volcanes dentro de lagos, un país de raíces indígenas y lucha social que ha mantenido a pandillas y grupos armados al margen y que cuenta con un sistema sanitario universal. Depende de que lente uses al observar al otro/a, si buscas la carencia o aprecias la abundancia.
Centrarnos en la abundancia no significa obviar los desafíos que tenemos adelante, sino ver el potencial del contexto en el que vivimos o trabajamos para afrontarlos. La bióloga Elis Monroy, de la Universidad del Medio Ambiente en México, decía hace poco en una charla virtual que es clave cultivar la capacidad de ver con mirada apreciativa a la hora de crear proyectos con un enfoque regenerativo, donde no sólo se busca la sostenibilidad (que no deja de ser un concepto humano) sino restituir la relación del ser humano con el resto de las especies del planeta. Este mismo enfoque en la abundancia, dice Elis, ayuda a evitar la apropiación y el colonialismo en los proyectos, puesto que nos empuja a trabajar con lo que existe en el lugar, al contrario de centrarnos en traer de afuera lo que no hay.
Podría decirse que, en muchos ámbitos, incluida la ingeniería civil, los siglos XIX y XX fueron una época centrada en la carencia. Es hora de una nueva visión en torno a la apreciación de la abundancia y de la diversidad de cada cultura, especie y rincón del planeta.
Y tú ¿dónde ves abundancia en tu día a día?
Como siempre, espero vuestras respuestas.
Un saludo y feliz año nuevo lunar,
Jose
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(Español más arriba)
Abundance
“It is like Spain but 40 years ago”. When I went back home after spending a year in Nicaragua, I had to put up with someone who, without having been to central America or even Latinoamerica, said that countries from those regions reminded him of early versions of his own culture. We have common cultural threads, for sure, but to assume that countries advance in a straight line towards “development” is something really different. My answer was always the same, Nicaragua will not become Spain in 40 years from now, as Spain will not be Germany, neither Mexico will be the United States. Neither Sweden will become Egypt. Each country has its own way of existing, its values and constraints, regardless of the global economic forces that want to portray a country as a model to be imitated by the rest. “Every culture is a unique answer to a fundamental question: what does it mean to be human and alive?”, says the Canadian anthropologist Wade Davis.
The United States still is one of the most affected countries by the virus. The pandemic has revealed that the supposed “model” has profound cracks, which were undermining the country for a long time. Social inequality, institutionalized racism and the cult to individualism (in the health system, fiscal policy and even national security) have created the perfect storm, a national crisis without precedents. As a university professor once told me, the United States is the first and main developing country. And I do not say this because the rest of the countries are doing great. But when you define yourself as the leader, you must live up to the expectations.
When we go places or analyze foreign contexts, there might be a tendency to compare them to our own culture. It seems that we all are biased by our own values and sometimes it is hard to really understand the original answer that other countries give to the question of life. Without reflection, it can be that someone visiting Nicaragua focuses on the lack of shopping malls, the age of the public buses or the lack of big industries. With more sensibility, you may appreciate a land of volcanoes and lakes, even lakes within volcanoes within lakes, a country of indigenous roots and social resistance that has kept gangs and guerrillas away and that has a universal health system. It depends on which lens you decide to use, whether you look for scarcity or appreciate abundance.
To focus on abundance does not mean to neglect the challenges ahead of us. It does mean to see the potential of the context within which we work or live to face them. Elis Monroy, a biologist from Universidad del Medio Ambiente in Mexico, shared in a virtual meeting that is key to cultivate the ability to look with an appreciative lens when working on regenerative projects. These are projects with a goal beyond sustainability (in the end, a human concept): the restitution of the relationship between humans and the other species we share the planet with. The emphasis on abundance, says Elis, helps avoid appropriation and colonialism in our projects because it forces us to work with what already exists in place, rather than focusing on bringing from outside what is missing.
It could be said that, in multiple areas, including civil engineering, the 19th and 20th centuries were focused on scarcity. It is now time for a new vision around the appreciation of the abundance and diversity of each culture, species and corners of this planet.
And you, where do you find abundance in your daily life?
As always, I look forward to your answers.
Take care and happy lunar new year,
Jose
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